miércoles, 30 de mayo de 2012

Nuestra propuesta (:

En la vida cotidiana se puede cuidar al medio ambiente de diferentes formas:
  1. Revisa regularmente las instalaciones hidrosanitarias y equipos para detectar fugas.
  2. Instala economizadores de agua en regadera y escusado; son baratos, fáciles de instalar y los puedes adquirir en tiendas de autoservicio, tlapalerías o ferreterías.
  3.  Instala un economizador de agua. Es un dispositivo barato y fácil de colocar.
  4. No dejes basura y recoge la que encuentres, aunque no sea tuya.
  5. Evita en lo posible el uso de pilas.
  6.  No abuses de los aparatos electrodomésticos.
  7. Utiliza el automóvil sólo lo indispensable.
  8.  Prefiere productos con empaques fabricados con materiales reciclables; con ello contribuyes a que se consuman menos recursos naturales.
  9.  Compra limpiadores y productos de limpieza que en la etiqueta diga que son biodegradables.
  10.  Reutiliza las bolsas del súper para las compras, separar los residuos y recoger los excrementos de tu mascota, entre otras opciones.

Nacionalmente:
  1. Aprobar una ley   de cambio climático con metas ambiciosas y mecanismos de asignación de recursos públicos, que promueva la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la adaptación de las poblaciones humanas y los ecosistemas.
  2. Instrumentar una estrategia nacional de desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima, con  presupuesto suficiente y que promueva la transversalidad de las políticas públicas en la materia, fortaleciendo el marco institucional  y programático, y otros instrumentos económicos.
  3. Promover la conservación, restauración y conectividad de los ecosistemas como fundamento para la disminución del riesgo a la población, el fortalecimiento de la infraestructura natural del país y la adaptación al cambio climático basada en los ecosistemas.
  4. Instrumentar programas de desarrollo urbano para promover los sistemas intermodales de movilidadque privilegien el transporte público eficiente, la movilidad no motorizada y los desplazamientos a pie;6actualizar las normas relacionadas con la calidad del aire y distribución en todo el país de diésel y gasolinasultra bajos en azufre por parte de Pemex.
  5. Armonizar las políticas y programas gubernamentales hacia el medio rural en los ámbitos de turismo,minería, ganadería, agro‐energéticos y plantaciones comerciales para frenar la deforestación y degradación forestal.
  6. Impulsar una estrategia para revitalizar la economía forestal mediante el apoyo al manejo comunitario sustentable de los bosques naturales y superar la crisis económica del sector forestal.
  7. Instrumentar programas de recuperación para recursos sobreexplotados y de manejo pesquero para
  8. todas las especies sujetas a aprovechamiento. Los apoyos institucionales deberán ser condicionados a la instrumentación de las mejores prácticas orientadas a maximizar el valor agregado de los recursos naturales y minimizar los impactos ambientales.  
  9. Crear la ley general de mares y costas que fundamente la estrategia nacional de mares y costas con una visión de ordenamiento ecológico y desarrollo sustentable, y establecer la debida coordinación entre las dependencias que intervienen en la gestión de la franja costera y del mar patrimonial. 
  10. Consolidar las áreas naturales protegidas, que deberán contar con programa de manejo, personal y presupuesto suficiente y un consejo asesor que garantice la participación efectiva de las comunidades en la toma de decisiones, e impulsar la consolidación de sistemas estatales, municipales e instrumentos privados y comunitarios de conservación. El cumplimiento de metas en materia de áreas naturales protegidas debe ir acompañado de una visión que promueva la conectividad, beneficie las comunidades y asegure el manejo sustentable de los recursos naturales.

martes, 29 de mayo de 2012

¿Cómo podemos medir nuestro impacto en el ambiente?


Medir el impacto de nuestra sociedad en el ambiente es una tarea compleja. Sin embargo, se han propuesto diversas maneras para hacerlo, entre ellas el Índice del Planeta Viviente  (IPV) y el Índice de Sustentabilidad Ambiental (ESI, por sus siglas en ingles). De todas estás formas de medirlo, no obstante, la más conocida es a través de la “huella ecológica”, propuesta en 1996 por el ecólogo canadiense William Rees y un estudiante graduado que trabajaba con él, Mathis Wackernagel. Este concepto se basa en que los seres humanos, al igual que las plantas y los animales con los que habitamos el planeta, necesitamos de alimentos, energía y agua para vivir. Para obtener los vegetales, las frutas y la carne, así como las fibras, la madera y la energía eléctrica, necesitamos de un “pedacito” de la naturaleza, es decir, de una superficie que nos permita producirlos. De esta  manera, requerimos de muchas hectáreas de suelos para destinarlos a la agricultura, otras tantas de bosques para extraer la madera y una gran superficie para captar y almacenar el agua que sirve en las hidroeléctricas para generar la electricidad, así como de minas para extraer el carbón y otros minerales indispensables en la industria moderna. A ello debemos sumar la superficie necesaria para absorber nuestros desechos, como el bióxido de carbono (CO2) que se produce por la quema de combustibles fósiles. Toda esa superficie es nuestra huella ecológica.


Puesto en palabras sencillas, la huella ecológica es la superficie necesaria –tanto terrestre como marina- para producir los alimentos y las otras materias primas que requerimos, así como para absorber nuestros desechos, generar la energía que consumimos y proveer del espacio para caminos, edificios y otro tipo de infraestructura. Comúnmente, quienes calculan las huellas ecológicas utilizan como unidades de medida las
hectáreas –cada una de las cuales equivale a diez mil metros cuadrados-. Si lo que calculan es la huella ecológica mundial, se utiliza como unidad la hectárea global, la cual toma en cuenta la productividad y la capacidad de absorción de los desechos del planeta como un todo, sin importar si esta superficie está ocupada por selvas, desiertos o terrenos con hielos perpetuos, o si ésta se encuentra en Australia, la India o México.


Puede parecernos lógico entonces que, entre mayores sean nuestras necesidades de  bienes y servicios –las cuales en efecto han crecido día con día en el mundo-, mayor será también la superficie que necesitaremos para producirlos y desalojar nuestros desechos, y por tanto, nuestra huella ecológica será también más grande. Los países con sociedades más industrializadas tienen huellas mayores que las de los países en
desarrollo. De igual modo, las grandes ciudades –con muchos habitantes acostumbrados a estilos de vida muy demandantes de bienes y servicios- tendrán huellas ecológicas mayores que los poblados rurales que cuentan con menos habitantes y que muchas veces no tienen los servicios más elementales.

Grandes cambios ambientales en el mundo y en México





En el mundo 


-Las cubiertas forestales se han reducido entre 20 y 50% de su extensión original.
-La mitad de los humedales del mundo han desaparecido tan sólo en el último siglo.
-Cerca de 70% de los bancos de las especies de peces comerciales más importantes están sobreexplotados o  capturados a su nivel máximo sostenible.
-En los últimos cincuenta años, la degradación del suelo ha afectado cerca de 66% del total de las tierras   agrícolas del planeta.  Alrededor de 25 mil millones de toneladas de suelo fértil se pierden cada año en el  mundo.
-La Tierra experimenta la sexta extinción de especies más importante de su historia asociada a la expansión y    desarrollo de los seres humanos.
-Las presas y otras  obras de infraestructura han fragmentado cerca de 60% de los
 sistemas fluviales del mundo.




En México


Se ha perdido cerca de 37% de la cubierta forestal nacional.
Más de 80% de las pesquerías nacionales han alcanzado su aprovechamiento
máximo.
Cerca de 45% de los suelos presenta algún tipo de degradación causada por el
hombre.
Dos mil quinientas ochenta y tres especies, entre plantas y animales, están
consideradas dentro de alguna categoría de riesgo.

¿Cómo impacta nuestra sociedad al medio ambiente?



Si pudiéramos observar la Tierra desde su satélite natural, la Luna, luciría como un planeta apacible, una esfera azul salpicada por masas de nubes sumida en una aparente e inalterable calma. Las grandes cuencas oceánicas y los mares, los continentes, las islas y los hielos perpetuos de los polos parecerían inmutables. Quizá tan sólo el movimiento de las nubes nos daría la impresión de que algo en ella cambia.

Mirando desde ahí, tal vez muy pocos sabrían que la apariencia actual del planeta es el resultado de la acción acumulada, a lo largo de varios miles de millones de años, de fenómenos naturales como los sismos, las erupciones volcánicas, los huracanes, la erosión causada por el viento y el agua, así como por la actividad de los seres vivos.

Esas fuerzas siguen modificando nuestro planeta: crean nuevas tierras y desaparecen otras, modelan las costas, remueven y alteran la vegetación y permiten la evolución de nuevas formas de plantas, animales y microorganismos. Nuestro mundo no es estático, está en continuo cambio.

Viajando hacia la Tierra y traspasando su atmósfera, se harían visibles las huellas de nuestra presencia. Si es de noche, serían perceptibles los entramados de las zonas urbanas a manera de manchas de luz, así como los caminos y las carreteras que las conectan; de día, los campos agrícolas y los caminos que cruzan bosques y selvas serían reconocibles, tanto como los embalses que yacen detrás de las cortinas de las presas y las minas a cielo abierto, por mencionar tan sólo algunas de las huellas que la civilización moderna ha dejado sobre lasuperficie del globo.

El desarrollo de nuestra civilización ha modificado, y en muchos casos de manera substancial, el paisaje terrestre. Las ciudades y poblados en los que vivimos, así como los campos de los que obtenemos nuestros alimentos han removido a los ecosistemas originales, secado lagos y ríos.

También hemos llevado a la extinción a numerosas especies y sobrecargado la atmósfera con gases  y contaminantes que causan 3cambios en el clima, todo ello para establecernos y permitir que nuestras ciudades y pequeños poblados sigan creciendo. Nuestro impacto no ha terminado ahí. Los productos que empleamos en nuestra vida diaria provienen de la explotación de los recursos naturales de muchos de los ecosistemas del planeta. Los alimentos que consumimos, la madera que empleamos para la construcción, los muebles o el papel, los plásticos que envuelven los artículos de la vida moderna, o los químicos que se emplean en la industria, agricultura o el hogar, todos de alguna manera están relacionados con ligeras perturbaciones o severos daños al ambiente. No es exagerado decir que nuestro planeta ha cambiado, y en muchos casos de manera irreversible, con la expansión y el desarrollo de nuestra civilización.

Para muchas personas, sobretodo las que viven en las grandes ciudades, los efectos ambientales de la producción de bienes y servicios pueden pasar desapercibidos, ya que se producen muy lejos de nuestros hogares o trabajos. Por ejemplo, los efectos ambientales y sociales que la explotación de la caoba en la Amazonia desencadenan sobre la selva tropical y sus habitantes, raramente son conocidos por los ciudadanos europeos o norteamericanos que la importan para fabricar sus muebles, como tampoco lo son entre sus consumidores los impactos que sufren los ecosistemas marinos de la costa occidental de Sudamérica por la sobreexplotación de la anchoveta y otras tantas especies marinas en la zona de la corriente de Humboldt.

Las poblaciones de las que formamos parte ejercen sus impactos en el ambiente a través de un variado conjunto de actividades productivas, entre las que destacan la agricultura y la ganadería, la industria, el
desarrollo urbano –en forma del crecimiento de las ciudades y poblados y su infraestructura asociada-
y el turismo, entre muchas otras. A través de estas actividades obtenemos los bienes que observamos a nuestro alrededor y los servicios con los que satisfacemos nuestras necesidades diarias. Podemos citar los alimentos que consumimos, los muebles de nuestras casas y trabajos, el papel que utilizamos, las prendas que vestimos y los medicamentos que nos ayudan a curar alguna enfermedad.

Como lo hemos mencionado, la producción o uso de todos esos bienes tiene consecuencias en el medio ambiente: la pérdida y alteración de los ecosistemas y de su biodiversidad, la contaminación del agua, el aire y los suelos; y el cambio climático global y la reducción del grosor de la capa de ozono que nos protege de los peligrosos rayos ultravioleta de sol. Todos los elementos del ambiente están estrechamente relacionados, los problemas ambientales que afectan a uno de ellos tendrán, en el corto, mediano o largo plazos, algún efecto directo o indirecto sobre uno o más de los restantes elementos.